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Mano a Mano se ha enriquecido, hoy presentamos gustosos a nuestra nueva pluma: Pedro Julio Jiménez Villaseñor, esperamos que sea de su agrado y lo disfruten tanto como nosotros.



Un olé para todos.



Pasifae y El Zubi

miércoles, 10 de marzo de 2010

EL MIURA “DESERTOR” MATO A DOMINGO DEL CAMPO DE UNA CORNADA EN LA INGLE


Por El Zubi
Domingo del Campo Alcaraz “Dominguín”, fue un matador de toros nacido en Madrid el 12 de junio de 1873, que murió con 27 años en Barcelona, a consecuencia de la tremenda cornada que el miura de nombre “Desertor” le infirió en la ingle. Provenía de una familia muy pobre. Su afición por los toros le llegó muy pronto en el taller en el que trabajaba de aprendiz, donde se fabricaban banderillas, puyas, rejones y otros objetos relacionados con la lidia. Un taller  que en realidad se convirtió para él en una escuela de técnica taurina, donde todo el mundo exponía su opinión sobre el tema.
Tras un azaroso aprendizaje, debuta de luces en Madrid en 1893 y logra allí tomar la alternativa el 28 de octubre de 1898 de manos de Rafael Bejarano “Torerito”, alternando con Antonio Moreno “Lagartijillo” y Emilio Torres “Bombita I”, con toros de la ganadería de Ibarra. Su  carrera fue en ascenso desde esa fecha y alternó por las plazas españolas con Guerrita, Torerito, Parrao, Algabeño, Ricardo Torres “Bombita”, Antonio Fuentes...
Fue contratado para torear el 7 de octubre de 1900 en Barcelona una corrida de don Eduardo Miura, en un mano a mano con José García “Algabeño”. El primer toro que le tocó en suerte fue “Desertor” negro mulato, a quien lanceó bien con la capa y logra colocarlo en suerte para ser picado por Moreno, su picador. “Dominguín” se situó en la cola del “miura” para hacerle el preceptivo quite. El toro manseó, se dolió en el castigo y  salió del caballo por piernas disparado, encontrándose en su camino a Domingo del Campo, que no tuvo tiempo ni siquiera tiempo para desplegar el capote y zafarse de su acometida. “Desertor” lo empitonó y le metió el cuerno de mala manera por la ingle izquierda infiriéndole una tremenda cornada. “Algabeño” se echó encima del toro y tras muchos esfuerzos le hizo el quite llevándose al animal lejos del herido, aunque antes de lograrlo el toro había golpeado fuertemente a “Dominguín”  arrastrando su cuerpo varios metros por el ruedo.
Las asistencias se llevaron a la carrera al torero malherido a la enfermería. Allí fue atendido por el doctor Raventós, que le apreció una herida penetrante  en la región inguinal izquierda, con rotura de la safena, de diecisiete centímetros de profundidad y con abundante hemorragia. El pronóstico del médico fue de “gravísimo”. Por voluntad de “Algabeño” hubo junta de médicos en la plaza, los cuales dictaminaron que la vida del torero herido tenía difícil salvación. Su agonía duró cinco o seis horas. Murió en la plaza a las diez de la noche de aquel mismo día, acosado por horribles dolores, llamando a gritos a sus padres y hermanos, en brazos de su picador “Badila”, a quien, según cuentan, pidió un beso antes de morir. Su muerte afectó mucho a su compañero de cartel José García “Algabeño”, que ordenó embalsamar su cadáver y sufragó los gastos de entierro y traslado de su cuerpo a Madrid, donde recibió sepultura en medio de una gran manifestación popular de duelo.
En “Dominguín” predominó el valor sobre cualquier otra cualidad. Era una promesa del toreo cuando se cruzó en su camino el miura “Desertor”. Era hábil con el capote, los palos y la muleta, e instrumentaba magníficas estocadas. No tuvo tiempo de hacer mucho más que lo hecho. Cinco años de novillero y dos de matador de cartel no le valieron para encumbrase, pasando a la historia del toreo como una esperanza frustrada de forma trágica por un “miura”.


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