Por El Zubi
Mariano Montes Mora fue un valiente matador de toros nacido en Portillo (Toledo) el 22 de abril de 1894, que murió en Carabanchel el 18 de junio de 1926 con 32 años, en la enfermería de la Plaza de Toros de “Vista Alegre”, a consecuencia de las tremendas cornadas que le dio el toro “Gallego” de la ganadería de Florentino Sotomayor.
En los ambientes taurinos se le conocía con el apodo de “Mataocho”, por la gesta heroica que llevó a cabo en la Plaza de Toros de Madrid, el 15 de agosto de 1920, siendo aún novillero. Se lidiaban ocho novillos de la ganadería portuguesa de Palhá Blanco, que debían de matar los novilleros Faustino Vigiola “Torquito II”, Ramón Fernández “El Habanero”, Emilio Mayor “Mayorito” y Mariano Montes. Ocurrió aquel día que el primer novillo de Palhá que salió para lidiarse, mando a la enfermería a todos sus compañeros de cartel y Mariano Montes tuvo que despachar él solito a los ocho cornúpetas, cosa que hizo por cierto, muy bien pues cortó varias orejas y recibió una grandísima ovación del público. Cuando terminó el festejo, el público entusiasmado lo sacó en volandas a hombros de la plaza, situada entonces donde hoy se encuentra el Palacio de Deportes, y se lo llevaron calle Alcalá abajo hasta la misma Puerta del Sol. Tuvo que intervenir la autoridad porque tal bullicio y exhibición de alegría interrumpió el escaso tráfico rodado que por aquel entonces tenía Madrid.
Aquel año toreó Montes 26 novilladas con gran brillantez y se preparó para su alternativa, que la tomó precisamente en Córdoba, en la Plaza de los Tejares el 25 de septiembre de 1921, de manos del matador “Joseíto de Málaga”. Tras pasar una breve temporada en Perú regresa a Madrid donde confirma su alternativa el 25 de mayo de 1922, actuando de padrino esta vez el matador Matías Lara “Larita”. Durante los años siguientes el público se olvidó pronto de su hazaña y eran escasos los contratos que le llegaban. Además el torero no era bien visto por la empresa de la Plaza de Madrid, así que el toledano buscó su sitio en la de Carabanchel.
Así pudo torear en “Vista Alegre” el 18 de junio de 1926, su última corrida de toros, pues allí le aguardaba la muerte. Aquella tarde alternaba en los carteles junto al rejoneador Alfonso Reyes y el diestro Antonio Sánchez. Fue en el segundo de su lote, el quinto toro, de nombre “Gallego” de la ganadería de Florentino Sotomayor, al que Montes le dio dos lances con la capa bastante buenos. Al recogerlo en el tercer lance, el toro se le vino encima, empitonándolo por la entrepierna y arrojándolo violentamente al suelo. Mariano intentó incorporarse, y ese fue su error, pues el toro hizo de nuevo por él y ahí lo mató. Al ir a incorporarse el animal metió de nuevo la cabeza, lo enganchó y lo lanzó con fuerza al aire dándole una vuelta de campana.
Mariano Montes fue recogido rápidamente por los auxiliares y trasladado a la enfermería manando abundante sangre de sus heridas. Una vez allí los médicos le apreciaron una tremenda herida en el triángulo de scarpa izquierdo, con sección completa del paquete femoral, y otra herida en la región costal izquierda, al nivel del noveno espacio intercostal, penetrante de vientre y tórax, con salida del epiplón y herida de pulmón, con gran hemorragia. Las heridas eran sin duda mortales de necesidad, y el infortunado lidiador murió allí mismo en la enfermería veinte minutos más tarde... Poco pudieron hacer por él los médicos sino certificar su defunción.
Dice la crítica contemporánea al torero toledano, que Mariano Montes no fue nunca un gran torero, pues ni lidiaba bien ni tenía arte, sólo mucho valor, tanto que en el ruedo establecía un verdadero pugilato con el animal, aunque todo el mundo lo reconoció como un gran “estoqueador”, suerte esta en la que Mariano Montes se entregaba, ejecutándola con decisión y valentía exponiendo continuamente. Sin embargo murió en el primer tercio, lanceando de capa al toro. Cosas del destino.
Que historia más triste la de Mariano Montés, ojalá no se repita en mucho tiempo.
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