Por El Zubi
Manuel Jiménez y Meléndez “El Cano”, fue un matador de toros nacido en Chiclana (Cádiz) el 25 de abril de 1814, que murió con 38 años en Madrid, el 23 de julio de 1852, diez días después de que recibiera una fuerte cornada en el muslo derecho, de un toro de la vacada de Veragua.
Desde muy joven figuró como subalterno en las cuadrillas de Juan León y de su paisano José Redondo “El Chiclanero”, y con el paso de los años llegaría incluso a competir con este, desde que en 1848 se presentase en Madrid como matador de toros, alternando ya con los espadas más solicitados de la época.
La tarde del 12 de julio de 1852 fue contratado para torear en la Plaza de Madrid, alternando en los carteles con su paisano “El Chiclanero” y el matador “Pucheta”. Aquel día se lidiaron seis toros del Duque de Veragua. La corrida transcurría sin más problemas hasta que salió el segundo de su lote, el cuarto toro en lidia, de nombre “Pavito”, un berrendo colorado y botinero que de salida mostró muchas dificultades para su lidia. Tomó ocho varas de manos de los picadores “Chola” y Carlos Puerto, siendo banderilleado por “El Pando”.
Manuel Jiménez trasteó al animal con valentía y estuvo a punto de ser prendido en varias ocasiones mientras lo lidiaba. La faena de muleta fue corta pues el toro tenía mucho peligro y ofrecía pocas garantías de éxito. “El Cano” cuadró al toro a la vez que plegaba su muleta y entró a matar a volapié con valentía y decisión, dejándole media estocada caída en el morrillo del morlaco, momento en el que el torero es arrollado y corneado al caer en la misma cara del toro. El torero de Chiclana con mucha sangre fría se agarró a las patas delanteras del bicho, mientras que su compañero de cartel “El Chiclanero” le hizo el oportuno quite y se llevó al toro de allí.
Llevado por las asistencias a la enfermería de la Plaza, los facultativos le apreciaron una gran cornada en el muslo derecho, limpia y de una trayectoria, que en realidad no revestía demasiada gravedad. El torero herido quiso ser trasladado a su domicilio particular, donde al parecer tuvo algunos problemas familiares, que hicieron que no guardara el reposo oportuno, circunstancia que propició se le abriera la herida y le viniese una gran hemorragia que le valió la muerte, diez días después de que fuese herido en la Plaza de Madrid.
Manuel Jiménez “El Cano” fue un claro exponente de la escuela taurina chiclanera. Torero sobrio y de mucha verdad, que ejercitó su oficio con maestría, pasión y mucha afición, ya que fue un dominador de todas las suertes.
Desde muy joven figuró como subalterno en las cuadrillas de Juan León y de su paisano José Redondo “El Chiclanero”, y con el paso de los años llegaría incluso a competir con este, desde que en 1848 se presentase en Madrid como matador de toros, alternando ya con los espadas más solicitados de la época.
La tarde del 12 de julio de 1852 fue contratado para torear en la Plaza de Madrid, alternando en los carteles con su paisano “El Chiclanero” y el matador “Pucheta”. Aquel día se lidiaron seis toros del Duque de Veragua. La corrida transcurría sin más problemas hasta que salió el segundo de su lote, el cuarto toro en lidia, de nombre “Pavito”, un berrendo colorado y botinero que de salida mostró muchas dificultades para su lidia. Tomó ocho varas de manos de los picadores “Chola” y Carlos Puerto, siendo banderilleado por “El Pando”.
Manuel Jiménez trasteó al animal con valentía y estuvo a punto de ser prendido en varias ocasiones mientras lo lidiaba. La faena de muleta fue corta pues el toro tenía mucho peligro y ofrecía pocas garantías de éxito. “El Cano” cuadró al toro a la vez que plegaba su muleta y entró a matar a volapié con valentía y decisión, dejándole media estocada caída en el morrillo del morlaco, momento en el que el torero es arrollado y corneado al caer en la misma cara del toro. El torero de Chiclana con mucha sangre fría se agarró a las patas delanteras del bicho, mientras que su compañero de cartel “El Chiclanero” le hizo el oportuno quite y se llevó al toro de allí.
Llevado por las asistencias a la enfermería de la Plaza, los facultativos le apreciaron una gran cornada en el muslo derecho, limpia y de una trayectoria, que en realidad no revestía demasiada gravedad. El torero herido quiso ser trasladado a su domicilio particular, donde al parecer tuvo algunos problemas familiares, que hicieron que no guardara el reposo oportuno, circunstancia que propició se le abriera la herida y le viniese una gran hemorragia que le valió la muerte, diez días después de que fuese herido en la Plaza de Madrid.
Manuel Jiménez “El Cano” fue un claro exponente de la escuela taurina chiclanera. Torero sobrio y de mucha verdad, que ejercitó su oficio con maestría, pasión y mucha afición, ya que fue un dominador de todas las suertes.
Seguro que en estos tiempo se habría salvado.
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