A nuestros lectores...

Mano a Mano se ha enriquecido, hoy presentamos gustosos a nuestra nueva pluma: Pedro Julio Jiménez Villaseñor, esperamos que sea de su agrado y lo disfruten tanto como nosotros.



Un olé para todos.



Pasifae y El Zubi

domingo, 31 de enero de 2010

LAS EMPRESAS RATERAS Y SINVERGÜENZAS



Por Pedro JUlio Jiménez Villaseñor
El viaje iba a ser mas largo que el de ida siendo los kilómetros los mismos, ahora casi se triplicarían a causa de que sus estómagos no recibían alimento alguno desde hacia bastantes horas, la empresa ocasional que los había llevado a torear hasta la zacatecana población de Cañitas de Felipe Pescador, les había abandonado a su suerte, vilmente les estafó, no les cumplió con lo económicamente pactado y gracias a un aficionado con el que habían trabado ocasional amistad, este les compró los boletos de regreso por vía ferrocarriles, los boletos y ni un céntimo mas.
Los hambrientos novilleros eran, José Antonio Picazo, “El Zoto”, Salvador de Santiago, “Ponciano”, Juan Ramírez, Rodolfo Cárdenas y el sabio y viejo ex banderillero don Jesús Alonso, fundador de la cuadrilla de “Niños Toreros de Aguascalientes”. “Ponciano y Juan son los únicos sobrevivientes.
“Poncianito”, siempre ha sido muy platicador y bromista y ya instalados en sus respectivos lugares ferroviarios, comenzó a hacer todo tipo de sarcasmos, a cargarles la mano por los desaciertos ante toreadísimas vacas la tarde anterior, todo era motivo para que la burla o el chascarrillo hiciera su aparición y como en todo, cuando el abuso de la exageración no lo soportaron mas, simple y sencillamente lo amenazaron con “embestirle” o de plano y mejor le ordenaron les dejara de hablar para evitar llegar a las manos. Todos optaron por dormir, así el viaje a la cocina materna no se les haría tan largo. ¡El abstinencia apretaba!. Además me parece fue una sabia decisión.
Tener o pasar hambres cuando se andaba en la guerra era, irónicamente, “el pan nuestro de todos los días”. La panaza se llenaba más con sueños e ilusiones que con algo de comida, algo sólido, sin embargo la esperanza de torear era un alimento tan rico y nutritivo como ninguno otro, teniendo el corazón satisfecho el hueco de una barriga vacía pasaba a segundo termino.
El tren caminaba y arrullaba a los “bellos durmientes”, sucios capotes de almohadas, frazadas de rojas muletas los cobijaban, “Morfeo” se les aliaba para evitar el tormento de tener hambre, sed, pronto llegarían a sus casas y entonces si, a devorar las cazuelas hasta dejarlas rechinando de limpias, poco faltaba, poco faltaba.
La mañana siguiente... Muy quitado de la pena se encontraba “Ponciano”, sentado a la entrada de la plaza “San Marcos” sobre el lío donde guardaba capotes y muletas para el diario entrenamiento, a lo lejos se veían llegar sus compañeros del anterior reciente viaje, al estar ya cerca se escucho un... “Te vamos a partir la madre, pinche Ponciano”. Salvador ni se inmuto, ni siquiera se levantó de donde estaba, solo agregó pausadamente.
Tranquilos, no se sulfuren, sé de que se trata. Ustedes me dijeron que les dejara de hablar y yo así lo hice solamente, no tengo la culpa que al llegar a la estación de Aguascalientes estuvieran todavía dormidos todavía, seguí lo que me ordenaron y me baje del tren, ni modo que les hablara, estaban muy dormiditos y enojados conmigo”.
Dolores de estómago, lagrimas y ahogamientos causados por las carcajadas de los que estábamos presentes y conocíamos que los hambreados novilleros, y su maestro, hubieron de viajar, eso si, gratis, hasta la siguiente parada del convoy ferroviario, hasta Encarnación de Díaz, Jalisco, a 40 kilómetros de la cocina materna, el retrazo causado por ellos mismos al solicitar silencio al bueno de “Poncianito”.
Es esto sólo algo que me recuerda, y que siempre tengo presente, y que da fe, de la camarería que siempre ha existido entre nosotros. A los quince minutos del encuentro con el que termino la añoranza, todos entrenaban de sombra en el ruedo del viejo coso y quedaba libre el camino para la siguiente convivencia, de la siguiente posible broma... y todos felices.
Del empresario ratero y sinvergüenza jamás volvimos a saber de él... Nos Vemos.

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