El apellido Freg, es sinónimo en la historia de la Tauromaquia de valor en el más puro de sus estados. Los cuatro hermanos Freg se dedicaron al toreo formando una dinastía familiar, como otras muchas en la historia, dentro de este mundo. Todos tuvieron a gala hacer alarde de mucho valor y arrojo delante de los toros. Luis Freg, el mayor de los hermanos nacido en México D.F en 1890 fue quien introdujo el veneno taurino entre todos los suyos y tal vez ha sido el torero con mas valor que ha habido.
Alfredo Freg, el segundo de ellos, se inició en el toreo como novillero pero acabó pronto como subalterno cotizado, en la cuadrilla de su hermano Luis y después en las de los más destacados matadores mexicanos. Alfredo había nacido en 1891. Salvador Freg, el pequeño de los hermanos, nació en 1897, llegó a ser matador de toros. Tomó la alternativa en 1920, aunque nunca pasó de ser un matador de segunda fila. El tercero de los hermanos y el más importante fue Miguel Freg, que murió trágicamente en plena juventud siendo novillero, cuando estaba ya considerado como una clara promesa bastante afianzada. Sin duda Miguel era quien más prometía de los cuatro hermanos. Al ya citado valor que distinguía a los cuatro, unía unas condiciones artísticas que sin duda le hubieran llevado a ser un figurón del toreo. Había nacido en 1894 en México D.F en el barrio de Nonalco. Se inicio en el oficio bajo la protección y enseñanzas de sus hermanos mayores, pero Miguel poseía talento y una innata pinturería y calidad torera que ilusionó a la afición mexicana y a la española. En 1914 torea con éxito en la Plaza del Toreo, en México, junto a Samuel Solís, Chanito y Llaverito. Se embarca a España y se presenta en Bilbao el 12 de abril de ese año. El público español le acogió estupendamente, ya que en él veían dentro de su originalidad, una mezcla del estilo enciclopédico de Gaona y el acreditado valor de su hermano Luis. Se presenta en Madrid el 5 de julio de 1914, y dejó una muy buena impresión. Tanto que le contratan para torear de nuevo unos días mas tarde, el 12 de julio, alternando junto a Pepe Roger “Valencia” y José Sánchez “Hipólito”. Tuvieron que lidiar seis novillos de la ganadería de don Juan Contreras, de Salamanca. Miguel Freg salió vestido verde botella y oro, un precioso traje confeccionado por la sastra y amiga del torero, Enriqueta Marcén. En el primero de su lote, Miguel estuvo muy bien con el capote. En el tercio de varas, “Saltador”, que así se llamaba el novillo, dio juego de manso y se puso muy peligroso. Llegó al último tercio reservón, refugiándose en tablas y tirando constantes derrotes. Miguel trasteó como pudo al toro con unos breves pases de macheteo, lo iguala en intenta entrar a matar. El novillo lo esperó y le corta el viaje, le tira varias cornadas secas, y una de ellas le alcanza el cuello, y le trompica sin llegar a derribarlo. Miguel se llevó la mano al cuello, a la garganta, de donde ya le sale la sangre a borbotones, y por su propio pie entra en la enfermería. Nadie suponía la gravedad de la cornada. Al finalizar la lidia del cuarto novillo, se anuncia que Miguel Freg acababa de morir en la enfermería desangrado, a causa de una tremenda cornada en la yugular. Por primera vez en la historia de México se consiguió suspender un espectáculo en señal de duelo por la muerte del torero. El final patético, amargo y romántico de esta trágica historia, lo protagonizó la novia del torero Inés Olmos, cuando tres días después de la muerte de Miguel Freg apareció muerta la mañana del 15 de julio de 1914, en los jardines de la Alameda Central, en México, tras haberse disparado en la sien un tiro, loca de dolor y desesperación. La maestra sastra Enriqueta Marcén costeó su entierro en el cementerio de la Almudena de Madrid, donde jamás faltaron flores. Su amistad con los Freg databa de la época en que la sastra viajó a México e instaló allí un taller de ropa de torear desde 1911 a 1913, en que regresó a Madrid. Hasta que cerró el taller, una foto enorme de Miguel Freg presidía la sala donde cosían las oficialas y en la tumba de Miguel nunca faltaron flores mientras ella estuvo viva.
Miguel Freg fue un torero fugaz señalado por la tragedia. Si no hubiera muerto tan prematuramente, es más que probable que las bases del toreo mexicano se habrían asentado de otra manera. Miguel podía haber representado ese punto de equilibrio entre el academicismo de Rodolfo Gaona y el valor temerario e irresponsable de su hermano Luis. Néstor Luján en su Historia del Toreo dice de él: “Miguel Freg prometía; era sin duda el mejor de la familia de no morir tan prematuramente. Esperanza trágica truncada, pues era un artista emocionante de valor a toda presión”. Miguel habría podido ser el puntal donde se hubiera apoyado el “belmontismo” para viajar a México inmediatamente e integrado en un torero mexicano, sin esperar a la metamorfosis del clasicismo de Gaona hacia la revolución belmontista.
La muerte de Miguel afectó profundamente a su hermano Luis Freg, que asumió la responsabilidad familiar como un reto interior consigo mismo. Frente a los toros, Luis ha sido uno de los toreros más valientes de la historia: le llamaban Don Valor. Su valor era denso e infalible, tan seguro y natural que no tenía ya ni emoción. No había aspavientos ni melodramas en sus actuaciones. Entraba a matar de una manera escalofriante, ejecutando la suerte con una mecánica, precisa y exacta de quien da por descontado que la muerte en forma de astas pasará a milímetros de su vida sin lastimarlo. El lo hacía de manera temeraria, escalofriante y despreciando la vida. Lo cierto es que carecía de arte absolutamente y le cogían tanto los toros porque era torpón. Lidiando era lento y pesado. Sin cintura. No pensaba frente al toro, ni era inteligente en la brega.
Luis Freg tenía más de 110 cicatrices de 72 cornadas recibidas, varias de ellas mortales de necesidad y de las que se salvó milagrosamente. Desnudo, su cuerpo parecía un mapa de carreteras. Recibió seis veces los últimos sacramentos en la enfermería. Se recuperaba y volvía a los ruedos más insensible aún a las cornadas, a sus curas y más displicente y decidido en su valor enloquecido. Fue el primer torero en la historia que utilizó el aeroplano en sus desplazamientos. El 6 de junio de 1918 perdió el barco en Valencia y se trasladó a Barcelona, donde alquiló un aeroplano que le llevó a Palma de Mallorca a cumplir su contrato. Fue también el primer torero mexicano que cortó un rabo en España. Fue en Algeciras a un toro de González Nandín, alternando con Belmonte, Limeño y Morenito de Algeciras, el 26 de junio de 1914. Fue el primer torero mexicano que se encerró por primera vez en solitario a matar seis toros. Fueron seis “piedrasnegras”, en un 26 de febrero de 1911. Lo hirieron tantas veces los toros que todo el mundo daba por descontado que moriría en una plaza de toros, pues llevaba todas las papeletas de la rifa. Incluso después de la cornada que recibió el día de la corrida en beneficio de Ernesto Pastor se llegó a publicar su fallecimiento en la prensa. Y lo que son las cosas, ironías de la vida, Luis Freg murió ahogado, siendo gran nadador, lastrado por unos niños a quienes intentaba salvar y que en la desesperación y el horror se agarraron a sus piernas arrastrándole al fondo de la laguna del Carmen, en el río Palizar, en Campeche (México). Eso ocurrió el 10 de noviembre de 1934, en una excursión fluvial familiar a la que fue invitado, pues había estado toreando allí días antes. Para mayor fatalidad, a pocos metros de donde se ahogó podían haber hecho pie y salvarse las diecinueve personas que se ahogaron aquel fatídico día. Luis Freg murió a los cuarenta y seis años de edad, tras haber sido matador de toros durante 24 años. Cuando murió estaba completamente pobre.
Hubo otro Freg torero, su sobrino Rafael Romero Freg, que fue el creador del quite con el capote a la espalda, combinándolo de mano. Se le bautizó como quite por revoleras y posteriormente como “fregolinas” en atención al nombre Freg, que como han podido ver simboliza a una dinastía de toreros valerosos marcados por la tragedia.
Alfredo Freg, el segundo de ellos, se inició en el toreo como novillero pero acabó pronto como subalterno cotizado, en la cuadrilla de su hermano Luis y después en las de los más destacados matadores mexicanos. Alfredo había nacido en 1891. Salvador Freg, el pequeño de los hermanos, nació en 1897, llegó a ser matador de toros. Tomó la alternativa en 1920, aunque nunca pasó de ser un matador de segunda fila. El tercero de los hermanos y el más importante fue Miguel Freg, que murió trágicamente en plena juventud siendo novillero, cuando estaba ya considerado como una clara promesa bastante afianzada. Sin duda Miguel era quien más prometía de los cuatro hermanos. Al ya citado valor que distinguía a los cuatro, unía unas condiciones artísticas que sin duda le hubieran llevado a ser un figurón del toreo. Había nacido en 1894 en México D.F en el barrio de Nonalco. Se inicio en el oficio bajo la protección y enseñanzas de sus hermanos mayores, pero Miguel poseía talento y una innata pinturería y calidad torera que ilusionó a la afición mexicana y a la española. En 1914 torea con éxito en la Plaza del Toreo, en México, junto a Samuel Solís, Chanito y Llaverito. Se embarca a España y se presenta en Bilbao el 12 de abril de ese año. El público español le acogió estupendamente, ya que en él veían dentro de su originalidad, una mezcla del estilo enciclopédico de Gaona y el acreditado valor de su hermano Luis. Se presenta en Madrid el 5 de julio de 1914, y dejó una muy buena impresión. Tanto que le contratan para torear de nuevo unos días mas tarde, el 12 de julio, alternando junto a Pepe Roger “Valencia” y José Sánchez “Hipólito”. Tuvieron que lidiar seis novillos de la ganadería de don Juan Contreras, de Salamanca. Miguel Freg salió vestido verde botella y oro, un precioso traje confeccionado por la sastra y amiga del torero, Enriqueta Marcén. En el primero de su lote, Miguel estuvo muy bien con el capote. En el tercio de varas, “Saltador”, que así se llamaba el novillo, dio juego de manso y se puso muy peligroso. Llegó al último tercio reservón, refugiándose en tablas y tirando constantes derrotes. Miguel trasteó como pudo al toro con unos breves pases de macheteo, lo iguala en intenta entrar a matar. El novillo lo esperó y le corta el viaje, le tira varias cornadas secas, y una de ellas le alcanza el cuello, y le trompica sin llegar a derribarlo. Miguel se llevó la mano al cuello, a la garganta, de donde ya le sale la sangre a borbotones, y por su propio pie entra en la enfermería. Nadie suponía la gravedad de la cornada. Al finalizar la lidia del cuarto novillo, se anuncia que Miguel Freg acababa de morir en la enfermería desangrado, a causa de una tremenda cornada en la yugular. Por primera vez en la historia de México se consiguió suspender un espectáculo en señal de duelo por la muerte del torero. El final patético, amargo y romántico de esta trágica historia, lo protagonizó la novia del torero Inés Olmos, cuando tres días después de la muerte de Miguel Freg apareció muerta la mañana del 15 de julio de 1914, en los jardines de la Alameda Central, en México, tras haberse disparado en la sien un tiro, loca de dolor y desesperación. La maestra sastra Enriqueta Marcén costeó su entierro en el cementerio de la Almudena de Madrid, donde jamás faltaron flores. Su amistad con los Freg databa de la época en que la sastra viajó a México e instaló allí un taller de ropa de torear desde 1911 a 1913, en que regresó a Madrid. Hasta que cerró el taller, una foto enorme de Miguel Freg presidía la sala donde cosían las oficialas y en la tumba de Miguel nunca faltaron flores mientras ella estuvo viva.
Miguel Freg fue un torero fugaz señalado por la tragedia. Si no hubiera muerto tan prematuramente, es más que probable que las bases del toreo mexicano se habrían asentado de otra manera. Miguel podía haber representado ese punto de equilibrio entre el academicismo de Rodolfo Gaona y el valor temerario e irresponsable de su hermano Luis. Néstor Luján en su Historia del Toreo dice de él: “Miguel Freg prometía; era sin duda el mejor de la familia de no morir tan prematuramente. Esperanza trágica truncada, pues era un artista emocionante de valor a toda presión”. Miguel habría podido ser el puntal donde se hubiera apoyado el “belmontismo” para viajar a México inmediatamente e integrado en un torero mexicano, sin esperar a la metamorfosis del clasicismo de Gaona hacia la revolución belmontista.
La muerte de Miguel afectó profundamente a su hermano Luis Freg, que asumió la responsabilidad familiar como un reto interior consigo mismo. Frente a los toros, Luis ha sido uno de los toreros más valientes de la historia: le llamaban Don Valor. Su valor era denso e infalible, tan seguro y natural que no tenía ya ni emoción. No había aspavientos ni melodramas en sus actuaciones. Entraba a matar de una manera escalofriante, ejecutando la suerte con una mecánica, precisa y exacta de quien da por descontado que la muerte en forma de astas pasará a milímetros de su vida sin lastimarlo. El lo hacía de manera temeraria, escalofriante y despreciando la vida. Lo cierto es que carecía de arte absolutamente y le cogían tanto los toros porque era torpón. Lidiando era lento y pesado. Sin cintura. No pensaba frente al toro, ni era inteligente en la brega.
Luis Freg tenía más de 110 cicatrices de 72 cornadas recibidas, varias de ellas mortales de necesidad y de las que se salvó milagrosamente. Desnudo, su cuerpo parecía un mapa de carreteras. Recibió seis veces los últimos sacramentos en la enfermería. Se recuperaba y volvía a los ruedos más insensible aún a las cornadas, a sus curas y más displicente y decidido en su valor enloquecido. Fue el primer torero en la historia que utilizó el aeroplano en sus desplazamientos. El 6 de junio de 1918 perdió el barco en Valencia y se trasladó a Barcelona, donde alquiló un aeroplano que le llevó a Palma de Mallorca a cumplir su contrato. Fue también el primer torero mexicano que cortó un rabo en España. Fue en Algeciras a un toro de González Nandín, alternando con Belmonte, Limeño y Morenito de Algeciras, el 26 de junio de 1914. Fue el primer torero mexicano que se encerró por primera vez en solitario a matar seis toros. Fueron seis “piedrasnegras”, en un 26 de febrero de 1911. Lo hirieron tantas veces los toros que todo el mundo daba por descontado que moriría en una plaza de toros, pues llevaba todas las papeletas de la rifa. Incluso después de la cornada que recibió el día de la corrida en beneficio de Ernesto Pastor se llegó a publicar su fallecimiento en la prensa. Y lo que son las cosas, ironías de la vida, Luis Freg murió ahogado, siendo gran nadador, lastrado por unos niños a quienes intentaba salvar y que en la desesperación y el horror se agarraron a sus piernas arrastrándole al fondo de la laguna del Carmen, en el río Palizar, en Campeche (México). Eso ocurrió el 10 de noviembre de 1934, en una excursión fluvial familiar a la que fue invitado, pues había estado toreando allí días antes. Para mayor fatalidad, a pocos metros de donde se ahogó podían haber hecho pie y salvarse las diecinueve personas que se ahogaron aquel fatídico día. Luis Freg murió a los cuarenta y seis años de edad, tras haber sido matador de toros durante 24 años. Cuando murió estaba completamente pobre.
Hubo otro Freg torero, su sobrino Rafael Romero Freg, que fue el creador del quite con el capote a la espalda, combinándolo de mano. Se le bautizó como quite por revoleras y posteriormente como “fregolinas” en atención al nombre Freg, que como han podido ver simboliza a una dinastía de toreros valerosos marcados por la tragedia.
El lace conocido como FREGOLINA fue creado por RICARDO ALFOZO ROMERO FREG y no por el Sr que Uds indican, Ricado Romero Freg, murio en Venezuela y es mi padre gracias por su atención
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