De izquierda a derecha: Rafael El Gallo, Carnicerito de México, Morante de la Puebla. Abajo Manolete, Desperdicios y El Cid.
Por EL ZUBI
Es curioso cómo en México D.F. y enMadrid, ciudades donde el asfalto impone su ley y un tipo de vida muy peculiar y deshumanizado, esté tan arraigada la costumbre de los apodos entre sus toreros, y es que un espectáculo arquetipo como es la Fiesta, nos trae una fresca brisa del campo no sólo con animales como el toro y el caballo, sino también apodos característicos del medio rural y de las capas sociales más desposeídas de las grandes urbes. De lo que se deduce claramente que los apodos taurinos tienen su origen en el mundo rural que creámoslo o no aun sigue rigiendo en la Fiesta de los Toros. Porque la Fiesta, su pasado, su presente y su futuro reposan en el toro…y no en empresarios, ni toreros, ni siquiera ganaderos. El manantial de toda esta cultura hay que buscarlo en esas dehesas verdes y ocres de la España y el México bravo, donde sigue estando aun el templo sagrado e invulnerable aun del dios toro y al que por suerte muy pocos tienen acceso.
En la torería actual, el mayor número de alias tiene como referencia los lugares de procedencia o nacimiento de los toreros, y así hay apodos que aluden a prácticamente toda nuestra geografía y numerosas zonas suramericanas, e incluso nos encontramos con varios chinos e indios y un oriental hasta llegar a Saib Kazar, El Palestino, primer torero árabe, que lleva varios años intentando triunfar como novillero en España sin conseguirlo. Empecemos nuestra reflexión por los múltiples “Morenitos”, que hasta la presente es el apodo que más se ha usado. Le siguen en extensión los apodos que hacen referencia a animales: Lagartija/o, Lince, Lobo, Murciélago, varios Gallitos, Pajarillo, Pato, Pollo, Puma, Cucaracha o el popular banderillero Periquito (Carlos Romero), al que su apodo no le satisface, pese a su buen humor: "Esto nació cuando yo tenía 11 o 12 años e iba al tentadero de don Juan Belmonte y cuando me acercaba a la becerra dando saltitos, gritaba: 'Dejad a Periquito, dejad a Periquito'. Y en Periquito me quedé". Al banderillero Manuel Morales por ejemplo, le conocen por El Rabioso no porque salga al ruedo de mal humor pegando “bocaos” a los toros, sino porque su familia tenía una finca, denominada La Rabia, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). El mismo lo contó de esta manera: "Yo me crié en ella, y a partir de ahí me decían: 'Ése es el de La Rabia, El Rabioso. Lo malo es que mi padre vendió la finca y ahora estoy como el que tiene el título de conde y no tiene dinero". Apodos tienen desde los ayudas y mozos de espadas hasta el empresario de Las Ventas, Manuel Chopera, que nos sorprende de este modo: "No nos llaman así porque seamos muy altos, como chopos -como algunos piensan-, sino que mi abuelo Severino Martínez tenía una cuadra de caballos en San Sebastián y junto a ella montaron a principios de siglo una cervecería holandesa. A las jarras típicas de cerveza con tapa de estaño se las denominaba chop en holandés. A partir de ahí, la gente le comenzó a llamar Severino el de la Chop hasta que derivó en Severino Chopera". Por supuesto, entre la coletería actual no podía quedarse sin apodo uno que fue durante muchos años líder del escalafón, Juan Antonio Ruiz Espartaco, que nos cuenta una de romanos: "La mayoría de la gente piensa que mi apodo procede de Espartinas (Sevilla), mi pueblo, cuando en realidad me lo puso Rafael Sánchez El Pipo, que me dijo: 'Tú serás el mejor gladiador del toreo, como Espartaco lo fue de Roma". Como si de otra película se tratase, los alias, motes o apodos afloran cada año en cualquier fecha colgados de los carteles de San Isidro, recordándonos principalmente la importancia del mundo rural en el planeta de los toros.
Desde el comienzo del toreo como profesión, un altísimo porcentaje de diestros, banderilleros, subalternos y picadores se han anunciado como alias. Los apodos asumidos han estado relacionados con sus gentilicios, diminutivos (El Boni, por ejemplo, diminutivo de Bonifacio), sus cualidades físicas, con términos animales y vegetales, con fenómenos atmosféricos, profesiones e incluso personajes históricos. Sería casi interminable profundizar en el apodo de cada diestro, pero al menos sí podemos decir que desde el legendario Costillares (nacido en el sevillano barrio de San Bernardo en 1729) hasta Espartaco (Espartinas, Sevilla 1962), incontables artistas han llevado e incluso universalizado su apodo, nombres ya grabados en oro en la memoria del pueblo. La mayoría de los apodos tienen como referencia los lugares de procedencia o nacimiento de los toreros. Así, tienen marchamo regional: El Andaluz, El Aragonés, El Catalán o hasta el Gallego; provincial, como El Cordobés (Manuel Benítez), El Madrileño o El Segoviano o de poblaciones, como El Ecijano, Bienvenida o Rondeño o los más recientes Jesulín de Ubrique, Morante de la Puebla, Eugenio de Mora, Agustín de Espartinas, o Morenito de Aranda.
También tienen mucho predicamento los apodos por diminutivos del nombre de pila. Al ya citado del subalterno de El Cid, El Boni hay que recordar el de Manolete (Manuel Rodríguez) o los actuales El Juli (Julián López) y Rafaelillo (Rafael Rubio). Asimismo están muy extendidos los que aluden al aspecto físico: Morenito, Rubio, Finito (de Córdoba, de Triana, etcétera), El Gordito, Cara Ancha y Chatillo.
En cuanto a animales, es sumamente conocida la dinastía sevillana de los Gallo, que cuando comenzaban en la profesión llevaban como apodo el de Gallito. Entre los últimos con este mote, Gallito de Tarifa. Pero hay muchos más: Lagartijo (Rafael Molina) "porque se movía como una lagartija", recogía la revista La Lidia. Lagartija, Lince, El Lobo, Murciélago, Pajarillo, Pato, Puma, Conejo, El Grajo, Hurón, Periquito y hasta se ha contado con un Cucaracha y un Mariposa. Algunos de estos toreros coincidieron en un cartel en 1894 y en La Lidia nos encontramos con un comentario en verso sumamente gracioso y sugerente: "De refilón./ Dice en un cartel que se fija/ en la calle del espejo:/ 'Toros de Colmenar Viejo./ Matadores: Lagartijo,/ Gallo, Lobito y Conejo'./ Y uno que el anuncio ve/ así murmura enseguida:/ aseguro por mi fe,/ que eso no es una corrida,/ sino el arca de Noé".
También destacan aquellos que indican oficios, comenzando por el legendario torero sevillano Costillares, cuyo apodo lo adquiere de su familia, que trabajaba en el matadero, entre costillas, de donde procedían los toreros sevillanos en sus orígenes. También llevó a gala un apodo relacionado con su oficio uno de los toreros sevillanos y más valientes de la historia, El Espartero (Manuel Jiménez), que trabajó en la espartería que sus padres tenían en la sevillana plaza de la Alfalfa. Hay preponderancia de Carnicerito y Carnicero (hoy en día Carnicerito de Úbeda, matador de toros, sobrino de otro diestro, estilista, que puso en boga este apodo) o el malogrado extraordinario Carnicerito de México. Pero están representados casi todos los gremios. Por ejemplo, El Albañil, Comerciante, Chófer, Grabador, Herrero, Pescadero, Pollero, El Cabrero, Astronauta, El Camisero, torero sevillano que fue a la vez crítico taurino, El Cobrador, El Sastre, Zapaterito. Muchos de ellos de Sevilla: Broncista, Cerrajero, El Ferroviario, El Taxista y hasta el inquietante Sepulturero, sin olvidar a El Doctor, torero que paradójicamente ingresó como paciente en la Clínica Sagrado Corazón tras una grave cornada en La Maestranza de Sevilla.
Con alias de Niño hay también una extensa relación de toreros en la historia. En Sevilla por ejemplo, El Niño de Osuna o el japonés el Niño del Sol Naciente, retirado ya de los ruedos por un gravísimo percance y que reside en la actualidad en la capital. Con este apodo, alcanzó el grado de maestro, El Niño de la Capea (Pedro Gutiérrez Moya). Y últimamente lo han empleado el Niño de la Taurina o el Niño de Aranjuez.
El clero se encuentra representado ampliamente entre los apodos de toreros como por ejemplo El Monaguillo, El Obispo, El Niño de las Monjas, famoso subalterno de Córdoba, El Pío y Fray Gaditano o el más reciente, el francés Julien Dusseing El Santo.
Con evocación militar tenemos apodos como El Legionario o El Sargento. En menor medida, pero que han sido muy curiosos, se encuentran aquellos relacionados con el mundo vegetal: El Platanito, Lechuga, Melones o Limonero e incluso algunos toreros se han colocado alias o apodos que aluden a fenómenos atmosféricos como El Trueno, Tormenta o Relámpago. También hay un grupo que hace referencia a personajes históricos: Nerón, Napoleón o los más recientes ya citados de Espartaco y El Cid, que en este caso es su apellido real.
COMO FUE EN MEXICO
Algunos diestros mexicanos, en diferentes épocas han adoptado como seudónimo el nombre de un famoso matador español y excepcionalmente el de un torero modesto. Cito, como ejemplo, los siguientes: Arcadio Ramírez (1879-?), torero indígena nacido en Irapuato, Gto. Después del atenqueño Ponciano Díaz, fue el torero mexicano de cierta significación, adoptó el mote de "Reverte Mexicano". Antonio Reverte Jiménez, "Reverte" (1870-1909) fue un matador español nacido en Alcalá del Río (Sevilla), famoso espada cuyos recortes con el capote plegado al brazo se le aplaudían por la manera personalísima de ejecutarlos, imprimiendo un carácter genial a su toreo. En el año de 1902 toreó en nuestro país Agustín Velasco, que fue quien inauguró el gran coso El Toreo de la Condesa (22/IX/1907) al estoquear el primer toro, previa cesión de trastos que le hiciera el espada hispano Manuel González "Rerre". Nació en León, Gto. En 1891 y a pesar de que no toreaba mal, nunca tuvo personalidad relevante. A este torero guanajuatense le gustó apoderarse "Fuentes Mexicano", el apellido de Antonio Fuentes, el diestro sevillano, de quien dijo don Alfonso de Icaza, "Ojo", periodista capitalino, que por verlo en los descansos, recargado en la barrera, podía pagarse". En nuestro país fue sin duda uno de los toreros españoles de más cartel de su tiempo. Entre los múltiples apodos del "Meco" Juan Silveti, otro matador guanajuatense oriundo de la capital del estado nacido e 1893, hay que tomar en cuenta el de "Belmonte Mexicano", nada menos que el apellido del Pasmo de Triana, cuyo nombre fue Juan. Pero aún hay más, pues un diestro de Matehuala, SLP, cuyo nombre verdadero es José F. Vargas Castillo, tomó como seudónimo el nombre del torero de Sevilla, Pepe Luis Vázquez. Nació este Pepe Luis Vázquez mexicano el 15/VIII/1921 y allí en su pueblo citado se hizo torero, y fue según las crónicas uno de los más intuitivos y artistas de toda la historia del toreo, con la percepción característica de los diestros dominadores.
Para el final hemos dejado al maestro de Saltillo, Fermín Espinosa Salcedo, quien desde pequeño ha sido grande, al que se le adjudicó el seudónimo de "Armillita Chico", pues su hermano mayor, Juan, ya lo ostentaba. Es curioso observar que mientras los toreros mexicanos anteriormente citados adoptaron apodos de famosos figuras españolas del toreo, el saltillense llevó el de modestos toreos.
El primer torero que aparece en la lista de apodos con el de "Armilla", según José María Cossío en su tratado "Los Toros", es un banderillero madrileño (1845-1879) autor de esta frase que registran los anales taurinos: "Para banderillear toros no hacen falta más que dos cosas: "riñones" y "arbeliá" (habilidad quería decir, claro) , y el primero con el mote de "Armillita" ( en diminutivo, lo que da idea de modestia), fue un novillero de Carriza, Ciudad Real (1868-1897) que llegó a torear en Brasil. Tales son los antecedentes del apodo del maestro Fermín que, a diferencia de los diestros paisanos aludidos, dio fama y gloria al apodo de toreros modestos, mientras que aquellos al tomar el de figuras de su tiempo, intentaron…pues aparentar lo que no eran. Me parece que la tendencia de nuestros toreros mexicanos a la adopción de apodos de famosos coletas extranjeros operó en los tiempos previos a la emancipación taurina nacional mexicana, a excepción del caso de Fermín Espinosa, "Armillita Chico" que sin malicia, y dicho sea sin ánimo de ofender a nadie, como reza el dicho popular, "no necesitó guajes para nadar", ya que él dio fama a su apodo y no al revés, pues fue un torerazo.
En una época informatizada, deshumanizada, fría y alejada del campo, una época en la que muchos jóvenes viven de espaldas a la tauromaquia y sus circunstancias, vemos que existe un universo campechano, familiar y próximo que es proclive a los apodos. El mundo taurino todavía es una reserva natural para los alias que nos sigue sorprendiendo año a año desde todas sus vertientes: gentilicios, cualidades físicas, animales, vegetales, fenómenos atmosféricos, profesiones e incluso personajes históricos. Todo un tratado para los eruditos y estudiosos del tema.
Hola,
ResponderEliminarVio a su articulo sobre los apodos de los toreros. Estoy buscando el nombre y apellido de un joven (creo que nunca paso la alternativa) llamado "el explosivo de la mancha" en los anos 60. Podriàs ayudarme? Gracias