Madrid. Domingo 15 de mayo. 6ª de la Feria de San Isidro. Plaza de las Ventas: Lleno hasta la bandera. Tarde agradable con algo de viento. Se lidiaron 6 toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo (Corrida mal presentada, muy desigual, con mansedumbre, falta de casta y fuerza). Abrieron plaza: José Antonio Morante de la Puebla (silencio y silencio con un aviso). Alejandro Talavante (silencio con un aviso y silencio) y el mexicano Arturo Saldivar que confirmaba su alternativa (ovación, leve petición de oreja y saludo desde el tercio, y fuerte ovación). Presidió el festejo Trinidad López Pastor. Se conmemoraba el día del Patrón de Madrid, San Isidro.
Por Rafael GONZALEZ ZUBIETA
Decepción monumental ayer en Las Ventas por la corrida de Núñez del Cuvillo, que resultó un auténtico fiasco y desengaño para los aficionados que ayer acudieron a Las Ventas con el rebufo de triunfo que este hierro traía de la Feria de Sevilla, donde le fue incluso indultado el toro Arrojado lidiado por José María Manzanares. Lo que ayer se vio en Madrid fue un espejismo de lo que nos tiene acostumbrados esta ganadería. Seis toros mal presentados, feos y muy desiguales de aspecto que adolecieron de fuerza y de casta, pues apenas ninguno de ellos fue hacia adelante, a excepción del primero lidiado por el mexicano Arturo Saldivar, aunque fue un toro manso encastado, que desde que salió apretaba para adentro y salía muy suelto tanto de los engaños como del caballo. En todo caso, toda la corrida tuvo un lamentable tinte de mansedumbre. Arturo Saldivar dejo una muy buena tarjeta de presentación en Madrid, demostró que es un valiente, que tiene ganas y que tira adelante con seguridad y firmeza, pues estuvo por encima de sus dos toros.
Con el primero estuvo muy dispuesto desde el primer momento, pues aunque el toro no era precisamente para triunfo, él le puso lo que este no tenía. El toro se llamaba Aguador, un colorado chorreado de 534 kilos, que era manso pero encastado, apretaba para los adentros, no se entregó en el caballo y se dolió mucho en banderillas. Morante de la Puebla confirmó la alternativa a Arturo Saldivar cediéndole los trastos. Brindó el toro al empresario mexicano Saddi Valleres. Comenzó la faena con una tanda de muletazos de rodillas en el centro del ruedo, llenos de emoción y ganas, que levantaron los aplausos del público de Madrid. Dio una primera tanda con la derecha muy buena con un concepto del toreo clásico, bueno y de verdad, bajándole la mano al toro y llevándolo metido en la muleta. Demostró que posee un inmenso valor pues se pasaba al toro muy cerquita del cuerpo… tanto que llenó los tendidos de exclamaciones por el miedo que estaba haciendo pasar al respetable. El toro tenía poca fuerza, pues con la izquierda ya empezaba a acusar el cansancio, no obstante el torero mexicano logró darle unas muy buenas tandas por ese lado, muy seguro de sí mismo y con las ideas muy claras, pero al bicho le faltaba clase. Le dio dos tandas mas por la derecha, con la muleta arrastrándola por la arena, pero el toro tenía ya una embestida muy descompuesta. Remató la faena con unas manoletinas muy ajustadas, quedándose muy quieto y jugándose la vida. Estaba claro que Saldivar vino ayer a Madrid a decirnos a todos que él era torero y que era de México, y se puso el mundo por montera. Tumbó al toro de una estocada casi entera, que le valió una fuerte ovación, leve petición de oreja y saludo desde el tercio.
A su segundo toro lo recibió con el capote a pies juntos pasándoselo muy cerquita. Cuando sacó al toro del caballo le hizo un quite por chicuelinas muy ajustado que sembraron los tendidos de escalofríos, y es que Asturiano, que así se llamaba el toro, mostraba su mansedumbre tirando para los adentros a la querencia de las tablas. Comenzó su faena en el centro del ruedo citando al toro con el cartucho de “pescao”. El toro vino al galope de lejos y le dio tres pases cambiados muy ajustados y espectaculares, que pusieron de nuevo al público de pié, pues vieron como este hombre tenía un valor descomunal a prueba de bombas. Le dio cuatro tandas de naturales con la izquierdas a cada cual mejor, con las que consiguió quitarle al público el enorme enfado que tenía con los toros de Núñez del Cuvillo. Acabó su faena con dos tandas con la derecha que el toro se tragó a duras penas. Muletazos muy ajustados, arriesgando lo indecible, pues Saldivar vino a cortar orejas, pero el toro cerró la persiana y se negó a embestir más. Lo tumbó de dos pinchazos y estocada caída, que le valieron para recoger una mas que merecida ovación de reconocimiento del público de Madrid.
Del resto de la corrida nada bueno se puede contar ya que los toros lidiados por Morante eran dos mansos sin fuerza ni clase ninguna. Solo detalles sueltos de belleza y torería. Un trincherazo a su primero primoroso. Pero el público estaba ya en contra del toro, pues su presentación no correspondía desde luego al toro que hay que traer a Madrid, ya que tenía cara de novillo, motivo por el que el respetable se enfadó muchísimo al no ser devuelto el toro cuando perdía las manos al salir del caballo. Además el toro hincó los cuernos en el suelo y se dobló el cuello haciéndose daño. Una vez tullido la cosa se puso imposible, pues el público no hacia mas que bronquear al presidente, y Morante viendo que nada de lo que hacía era apreciado por el personal, tiro por la calle de en medio y lo mandó al otro mundo de un pinchazo hondo y descabello. Silencio. Con el segundo de su lote tampoco tuvo fortuna, ya que lo estuvo desarmando continuamente por los tornillazos que daba a la salida de los pases, que cantaban la mansedumbre que arrastraba. Tres pinchazos y estocada entera caída. Silencio
La actuación de Alejandro Talavante, que ofició como testigo en la confirmación de Saldivar, fue muy parecida a la de Morante. Su primer toro fue protestado de salida por falta de cara y presentación, tanto que el público le pitó cuando quiso brindarles el toro. Es lo que se llama un brindis con división de opiniones. Comenzó con estatuarios y lo desarmó afeándole la acción. El toro manseaba y tenía poca fuerza. El desánimo cundió por los tendidos y se apoderó de la plaza. Talavante lo vio claro. Trasteó al toro hasta dejarlo sonámbulo y de tres pinchazos y una estocada caída lo mandó al mas allá. Silencio. Su segundo toro era brutote y tenía una embestida descompuesta, echando siempre las manos por delante. Salía del caballo escopeteado. En banderillas se dolió bastante y esperaba a los banderilleros cortándole el viaje. En la muleta se volvía en las manos con mucho peligro y dificultades. El toro parecía al menos que tenía interés y emoción… hasta que se le fue la fuerza como a la gaseosa. Talavante acabó con él de estocada caída y descabello. Silencio.
Tarde aciaga para el ganadero Álvaro Núñez del Cuvillo, que se equivocó llevando a Madrid una corrida más propia de plazas de segunda que de la capital del mundo. Precisamente donde ayer triunfó un torero mexicano llamado Arturo Saldivar que dejó un sello de torero de mucho valor, con una tauromaquia clásica y honda… y sobre todo, una ilusión enorme por triunfar en este oficio de torero.
Decepción monumental ayer en Las Ventas por la corrida de Núñez del Cuvillo, que resultó un auténtico fiasco y desengaño para los aficionados que ayer acudieron a Las Ventas con el rebufo de triunfo que este hierro traía de la Feria de Sevilla, donde le fue incluso indultado el toro Arrojado lidiado por José María Manzanares. Lo que ayer se vio en Madrid fue un espejismo de lo que nos tiene acostumbrados esta ganadería. Seis toros mal presentados, feos y muy desiguales de aspecto que adolecieron de fuerza y de casta, pues apenas ninguno de ellos fue hacia adelante, a excepción del primero lidiado por el mexicano Arturo Saldivar, aunque fue un toro manso encastado, que desde que salió apretaba para adentro y salía muy suelto tanto de los engaños como del caballo. En todo caso, toda la corrida tuvo un lamentable tinte de mansedumbre. Arturo Saldivar dejo una muy buena tarjeta de presentación en Madrid, demostró que es un valiente, que tiene ganas y que tira adelante con seguridad y firmeza, pues estuvo por encima de sus dos toros.
Con el primero estuvo muy dispuesto desde el primer momento, pues aunque el toro no era precisamente para triunfo, él le puso lo que este no tenía. El toro se llamaba Aguador, un colorado chorreado de 534 kilos, que era manso pero encastado, apretaba para los adentros, no se entregó en el caballo y se dolió mucho en banderillas. Morante de la Puebla confirmó la alternativa a Arturo Saldivar cediéndole los trastos. Brindó el toro al empresario mexicano Saddi Valleres. Comenzó la faena con una tanda de muletazos de rodillas en el centro del ruedo, llenos de emoción y ganas, que levantaron los aplausos del público de Madrid. Dio una primera tanda con la derecha muy buena con un concepto del toreo clásico, bueno y de verdad, bajándole la mano al toro y llevándolo metido en la muleta. Demostró que posee un inmenso valor pues se pasaba al toro muy cerquita del cuerpo… tanto que llenó los tendidos de exclamaciones por el miedo que estaba haciendo pasar al respetable. El toro tenía poca fuerza, pues con la izquierda ya empezaba a acusar el cansancio, no obstante el torero mexicano logró darle unas muy buenas tandas por ese lado, muy seguro de sí mismo y con las ideas muy claras, pero al bicho le faltaba clase. Le dio dos tandas mas por la derecha, con la muleta arrastrándola por la arena, pero el toro tenía ya una embestida muy descompuesta. Remató la faena con unas manoletinas muy ajustadas, quedándose muy quieto y jugándose la vida. Estaba claro que Saldivar vino ayer a Madrid a decirnos a todos que él era torero y que era de México, y se puso el mundo por montera. Tumbó al toro de una estocada casi entera, que le valió una fuerte ovación, leve petición de oreja y saludo desde el tercio.
A su segundo toro lo recibió con el capote a pies juntos pasándoselo muy cerquita. Cuando sacó al toro del caballo le hizo un quite por chicuelinas muy ajustado que sembraron los tendidos de escalofríos, y es que Asturiano, que así se llamaba el toro, mostraba su mansedumbre tirando para los adentros a la querencia de las tablas. Comenzó su faena en el centro del ruedo citando al toro con el cartucho de “pescao”. El toro vino al galope de lejos y le dio tres pases cambiados muy ajustados y espectaculares, que pusieron de nuevo al público de pié, pues vieron como este hombre tenía un valor descomunal a prueba de bombas. Le dio cuatro tandas de naturales con la izquierdas a cada cual mejor, con las que consiguió quitarle al público el enorme enfado que tenía con los toros de Núñez del Cuvillo. Acabó su faena con dos tandas con la derecha que el toro se tragó a duras penas. Muletazos muy ajustados, arriesgando lo indecible, pues Saldivar vino a cortar orejas, pero el toro cerró la persiana y se negó a embestir más. Lo tumbó de dos pinchazos y estocada caída, que le valieron para recoger una mas que merecida ovación de reconocimiento del público de Madrid.
Del resto de la corrida nada bueno se puede contar ya que los toros lidiados por Morante eran dos mansos sin fuerza ni clase ninguna. Solo detalles sueltos de belleza y torería. Un trincherazo a su primero primoroso. Pero el público estaba ya en contra del toro, pues su presentación no correspondía desde luego al toro que hay que traer a Madrid, ya que tenía cara de novillo, motivo por el que el respetable se enfadó muchísimo al no ser devuelto el toro cuando perdía las manos al salir del caballo. Además el toro hincó los cuernos en el suelo y se dobló el cuello haciéndose daño. Una vez tullido la cosa se puso imposible, pues el público no hacia mas que bronquear al presidente, y Morante viendo que nada de lo que hacía era apreciado por el personal, tiro por la calle de en medio y lo mandó al otro mundo de un pinchazo hondo y descabello. Silencio. Con el segundo de su lote tampoco tuvo fortuna, ya que lo estuvo desarmando continuamente por los tornillazos que daba a la salida de los pases, que cantaban la mansedumbre que arrastraba. Tres pinchazos y estocada entera caída. Silencio
La actuación de Alejandro Talavante, que ofició como testigo en la confirmación de Saldivar, fue muy parecida a la de Morante. Su primer toro fue protestado de salida por falta de cara y presentación, tanto que el público le pitó cuando quiso brindarles el toro. Es lo que se llama un brindis con división de opiniones. Comenzó con estatuarios y lo desarmó afeándole la acción. El toro manseaba y tenía poca fuerza. El desánimo cundió por los tendidos y se apoderó de la plaza. Talavante lo vio claro. Trasteó al toro hasta dejarlo sonámbulo y de tres pinchazos y una estocada caída lo mandó al mas allá. Silencio. Su segundo toro era brutote y tenía una embestida descompuesta, echando siempre las manos por delante. Salía del caballo escopeteado. En banderillas se dolió bastante y esperaba a los banderilleros cortándole el viaje. En la muleta se volvía en las manos con mucho peligro y dificultades. El toro parecía al menos que tenía interés y emoción… hasta que se le fue la fuerza como a la gaseosa. Talavante acabó con él de estocada caída y descabello. Silencio.
Tarde aciaga para el ganadero Álvaro Núñez del Cuvillo, que se equivocó llevando a Madrid una corrida más propia de plazas de segunda que de la capital del mundo. Precisamente donde ayer triunfó un torero mexicano llamado Arturo Saldivar que dejó un sello de torero de mucho valor, con una tauromaquia clásica y honda… y sobre todo, una ilusión enorme por triunfar en este oficio de torero.
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